La pandemia de COVID-19 ha supuesto cambios radicales en la forma en que viven las personas en muchos países del mundo. Las autoridades han impuesto restricciones drásticas en el movimiento de los ciudadanos a fin de romper con las cadenas de propagación del coronavirus y evitar colapsar los hospitales, sacrificando a cambio el equilibrio económico.
Sin embargo, ya hemos visto varios ejemplos de países en los que dicha estrategia no ha sido bien recibida. En el Reino Unido las autoridades se interesaron por la mitigación en lugar de la supresión para evitar consecuencias sobre su economía, por lo que solo habían solicitado a las personas evitar las reuniones masivas el distanciamiento social prudente, más no se había cerrado ninguna ciudad y el trabajo seguía su curso normal.
Y recientemente hablamos de Suecia, cuyas autoridades tampoco han aplicado medidas drásticas a pesar de que su número de casos y de muertes sigue Y tal parece que la idea no es para nada descabellada, porque otros países siguen evitando a toda costa suspender sus actividades económicas a causa del COVID-19. En esta oportunidad hablaremos de Bielorrusia, que ha destacado en las noticias no solo por aplicar enfoques similares a los mencionados, sino porque prácticamente no está haciendo nada para evitar la propagación del virus.ascendiendo. En su lugar, plantean tomar “las acciones adecuadas en el momento adecuado”, agregando que para ello también cuenta con buena asesoría científica.
Todo como siempre
Bielorrusia es un país único en muchos aspectos. Además de ser el único en Europa en el que aún está vigente la pena de muerte, sus autoridades también se han mostrado muy relajadas en cuando a la pandemia.
El presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, ha declarado que su país no necesita tomar ninguna medida de precaución para contener la propagación del nuevo coronavirus ya que “estas cosas pasan” y “lo más importante es no entrar en pánico”.
Por ende, en su territorio no se han cerrado ni cines, ni teatros, ni mucho menos se han prohibido los eventos masivos. En Bielorrusia todo sigue como si nada estuviera ocurriendo en otros países del mundo: las fronteras siguen abiertas, la gente sigue yendo a trabajar con normalidad y tampoco se ha cancelado su campeonato de fútbol.
¿Cómo avanza el COVID-19 en Bierlorrusia?
Las cifras reveladas hasta ahora indican que el país europeo ha confirmado 86 casos de coronavirus y dos muertes, aunque sobre estas últimas aún no se ha declarado oficialmente que estén relacionadas al nuevo virus.
Sin embargo, los opositores de Lukashenko, además de criticar sus comentarios, han resaltado que el sistema de información pública sobre el coronavirus en el país no funciona. No se sabe con exactitud dónde se han confirmado los nuevos casos, y tampoco se actualiza la información diariamente para poder conocer cómo se desenvuelve o avanza el virus dentro del país.
Por su parte, el presidente dice que no hay razón para preocuparse ya que todos viajeros que llegan del extranjero a Bielorrusia con analizados para detectar posibles casos de coronavirus. “Dos o tres personas al día dan positivo, en cuyo caso son puestas en cuarentena y liberadas después de una semana y media o dos semanas”, afirmó.
Declaraciones polémicas
Otro punto digno de destacar proviene también de la declaración del presidente Lukashenko, quien sugirió que “un tractor curará el coronavirus” y que, aunque él mismo no bebe alcohol, tomar algo de vodka podría ayudar a detener la propagación de la enfermedad. La Organización Mundial de la Salud ha sido muy clara respecto a las medidas preventivas más eficaces para contener la expansión de la enfermedad: lavarse las manos, estornudar en la parte interior del codo y evitar el contacto físico con otros en la medida en que sea posible.
Conciencia a pesar de la indiferencia
Sin embargo, los ciudadanos bielorrusos son conscientes de lo que pasa en el resto del mundo, y sí han mostrado preocupación por la situación actual respecto al COVID-19. En la capital, Minsk, se ha registrado una menor asistencia a la escuela, una situación que parece evitar las reuniones con muchas personas. Las autoridades de las instituciones educativos han decidido colaborar con la causa también, iniciando las clases un parte de horas más tarde de lo habitual para evitar que los estudiantes coincidan con otras personas en las horas pico. En resumidas cuentas, las calles se ven menos abarrotadas de gente a pesar de que el gobierno ha asegurado que no hay nada de qué preocuparse.