El lavado en vivo es una de las tareas más riesgosas en el mantenimiento del sistema de transmisión nacional. Este proceso implica el uso de agua desmineralizada, un procedimiento que tarda entre cuatro y cinco horas para obtener agua purificada. Para realizar el lavado en vivo se utiliza una grúa y se lleva a cabo mientras la subestación está en pleno funcionamiento, por lo que el término «en vivo» hace referencia a que la subestación permanece energizada durante todo el proceso. Esto permite mantener las instalaciones libres de contaminantes, como excrementos de aves, ayudando a prolongar la vida útil de las estructuras.
La programación de estos lavados varía de una a dos veces al año para cada una de las 28 subestaciones a nivel nacional. Dada la complejidad de esta operación, se requiere un alto grado de especialización y precaución para garantizar la seguridad de los trabajadores y el correcto funcionamiento del sistema eléctrico.