La Basílica de San Pedro, epicentro del luto por el fallecimiento del Papa Francisco el pasado lunes 21 de abril, se ha convertido en escenario de una polémica que ha indignado a fieles y observadores.
Mientras miles de personas acuden a despedir al pontífice argentino, algunos visitantes han sido captados tomándose selfies y grabando videos frente al féretro abierto, incluso posando con sonrisas, para luego compartir las imágenes en redes sociales.
Esta práctica ha generado un debate global sobre los límites del respeto en ceremonias religiosas y el impacto de la cultura digital.
El papa Francisco, fallecido a los 88 años tras un derrame cerebral, yace en un sencillo ataúd de madera forrado de terciopelo rojo, vestido con una túnica roja, mitra blanca y un rosario en las manos.
La solemnidad del momento, sin embargo, se ha visto interrumpida por actitudes que muchos han calificado de “irrespetuosas”.
Según reportes, algunos asistentes han utilizado palos de selfie, realizado videollamadas e incluso sonreído mientras posaban junto al cuerpo del pontífice, desatando una ola de críticas tanto en el Vaticano como en las redes sociales.


